-¿Que ocurre?
-Calla, déjate llevar-Pedro se coloca tras ella, saca de su bolsillo un pañuelo azul celeste y le tapa los ojos. Pedro le coge la mano y le guía hasta llegar a un banco lleno de mosaicos hechos con trocitos de azulejos, al lado de una gran palmera movida por el viento, pareciendo así tener el pelo suelto. El banco esta ubicado delante de una preciosa vista compuesta por un perfecto puente minero y una isla reflejando su belleza en el agua. Las olas chocan en las rocas y un olor salado perfuma el aire. Han llegado. Pedro le quita delicadamente el pañuelo de sus ojos. Lisa alza la mirada, sorprendiéndose de las magnificas vistas de la playa de “El hornillo”.
-Es precioso, ¿Para que me as traído aquí?
-Lisa yo quiero lo mejor para ti, quiero atrapar tu tristeza para esconderla en mi bolsillo, para alejarla de ti. De nuevo has sembrado el jardín de mis pesadillas con nuevos sueños, con otras esperanzas. Y yo sigo lleno de amor por todo aquello que te pertenece, lleno de celos por todo lo que te roza y me quita un trocito de ti. Y tú sigues aquí, entregándome la vida en cada suspiro, suplicando por mis besos sin saber que ni siquiera tienes que pedirlos. Porque son tuyos, porque yo ya no soy mío, sino tuyo. El mundo se derrumba y nosotros nos enamoramos. Lisa, ¿Quieres formar parte del último trocito de mi corazón y ser mi esposa?
Lisa se queda sin palabras, no se lo esperaba. Tan solo asiente con la cabeza. Después incluso se arrepiente, sin embargo, ese pensamiento se aleja y desaparece como el humo de un cigarro, porque ella ha encontrado la manera de seguir viviendo, de volver a amar y esa manera es navegar hacía su puerto seguro: Pedro.
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